''Cada día me miro en el espejo y me pregunto: Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿quería hacer lo que voy a hacer hoy? Si la respuesta es no durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo.''

sábado, 23 de septiembre de 2017

Realidad.

Amor, sí, eso que dura una cierta etapa de tu vida, con una persona que quizás no te valore, o si lo haga, pero lleguen sus amigos, o los tuyos, y revienten la puta historia que creasteis. Ahora mismo, estoy en un precipicio, en el que si salto no perderé, ni perderán nada, pero si me paro en seco ante él, me bloquearé y todos me juzgarán. Todos se quedarán mirándome como si no se hubieran fijado antes de que estaba allí al igual que ellos. Antes todo era perfecto, nadie se preocupaba de mi existencia, solo los que compartían algo conmigo sabían cómo era, solo los que se pararon a preguntarme ''hola, ¿cómo te llamas?'' sabían cómo eran mis gustos, cómo tratar mis estados de ánimo, entender mis paranoias, etc. Pero siempre pasa lo mismo, cuando creo que todo es perfecto, llega el segundo siguiente y sucede algo que lo estropea todo, y ya no siento esas mariposas en el estómago, y empiezo a ver a los que hay alrededor nuestra, y me doy cuenta de que nunca hemos estado solos, siempre había alguien observándonos. Y esa gente, esos que estaban mirando lo que hacíamos, esos que medían con exactitud cada uno de nuestros gestos, miradas, palabras, etc, son aquellos que hablan, que critican y aunque han estado todo ese tiempo allí, me doy cuenta de que solo lo hacen por joder, y que por mucho que lo intenten, nunca sabrán nada de nosotros. ¿Y sabes qué pasa?  Pasa que en este momento estoy en mitad de la nada pensando: ¿dónde ha ido a parar toda la gente de mi alrededor? Y ahí, en ese mismo instante me doy cuenta de que las cosas vienen y van, que solo los números son infinitos, que esas tremendas ganas de comerme el mundo han desaparecido y ahora solo me queda que esa sensación de vacío que tenía al principio de todo, ¿recuerdas? Me refiero a esa sensación que tienes cuando eres nuevo, no conoces a nadie y todos te miran extrañados, preguntándose cuál será tu historia. Bueno, pues esa sensación es la que tengo ahora, que por mucho que mire no hay nadie a mi lado, y me jode, porque yo fui la que consiguió sacarle una sonrisa a cada una de esas personas que se cruzaron por mi camino y se quedaron un cierto tiempo, que yo fui la que iba por ahí defendiéndoles, que yo hice su vida un poco más fácil, o al menos lo intenté y en este momento, se han ido todos, hasta los que me juraron un siempre. Será que así es la vida, que por mucho que des, no recibes, que aunque sonría se nota a la legua que todo esto me puede, así que al final solo me queda dos opciones: seguir fingiendo que no me pasa nada o coger los problemas de frente, que sí, que al principio me darán un palo, pero quizás así pueda resolverlos. Y he decidido escoger esta última opción. Me da igual que me llamen loca, por creer en el amor, por no dejar escapar ninguna oportunidad, por dejar las cosas claras desde el primer día. Que me llamen loca, por vivir a mi manera, por tener mis propias reglas y aún así respetar las de los demás. Que me llamen loca, por no pararme a pensar las consecuencias. Que me llamen loca, por ir a 300 km/h. y parar de golpe, por ir a ciegas y aún así no encontrarme ningún obstáculo, por perderlo todo en un segundo y seguir apostando. Que me llamen loca, por defender lo que es mío, por ayudar a los que puedo. Que me llamen loca, por saltar de un avión en paracaídas y aterrizar de pie. Que me llamen loca por tragarme mis lágrimas para secar las de los demás. Que me llamen loca, por pasar de todo lo importante y luego arrepentirme, por ser la más feliz del mundo un día y al siguiente estar sentada en el sofá sin ganas de nada. Que me llamen loca, por estar tranquila y de repente ponerme a cantar. Que me llamen loca, por memorizar su horario e ir detrás suya como una tonta. Que me llamen loca, por esquivar un beso suyo y decirle: lo siento, pero esta vez me apetece dártelo yo a ti. Que me llamen loca, por decir: no, no soy ninguna princesa, y no quiero serlo, quiero mancharme de barro, hacerme heridas y así poder decir: mira, mientras tú te preocupabas en que vestido ponerte, yo estaba allí fuera, luchando por los que me rodean. Que me llamen loca, por enamorarme por la personalidad y no del físico, por fijarme en sus ojos antes que en su culo. Que me llamen loca, por ser capaz de ir en calcetines por el instituto tan solo por una apuesta, por preferir la Nutella antes que la Nocilla, por pensar más de una vez que no le importo a nadie, ni siquiera a mí misma. Que me llamen loca, por tener miedo a perderlo, por ponerme celosa cada dos por tres, por intentar hacerle feliz. Que me llamen loca, por preferir mis Reebook antes que unos tacones, por pasar de la corona y coger un gorro, por tirar el vestido y ponerme una jodida sudadera y unas mallas. Que me llamen loca, he decidido dejar de comerme la cabeza, para empezar a comerme el mundo.

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